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Thursday, August 31, 2006

Algo diferente

Tenia mucho tiempo sin escribir en el blog, creo que la vida tan agitada en que ando no me deja tiempo para salir del circulo vicioso de la rutina diaria, en fin,
no me puedo quejar del todo.

Nunca he sido tan amante del anime, he visto algunos, prefiero un buen libro de fantasia,
pero en estos dias han llegado varios dvd de anime a mi casa y se han convertido en un nuevo pasatiempo....
!! por algo lo llaman la droga oriental !!

les recomiendo una de las que mas me ha gustado se llama cowboy beboop, si, si, si
ya se que tiene muchos años de haber salido, pero solo la vi hace un mes.

en ella encontraran un buen dibujo, una trama algo particular, unos personajes salidos de todo, pero lo mejor es su banda sonora, una mezcla especial de buen blues con un toque de electronica muy buena.
en el primer capitulo te encuentras con un intro en armonica fenomenal...

se las recomiendo



see you space cowboy

Wednesday, August 30, 2006

cancion del dia

HIM - Gone with the sin (lo que el pecado se llevó)
GONE WITH THE SIN
I love your skin oh so white
I love your touch cold as ice
And I love every single tear you cry
I just love the way you´re losing your life
my Baby, how beautiful you are
my Darling, completely torn apart
You´re gone with the sin my Baby
and beautiful you are
You´re gone with the sin my Darling
I adore the dispair in your eyes
I worship your lips once red as wine
I crave for your scent sending shivers down my spine
I just love the way you´re running out of life
my Baby, how beautiful you are
my Darling, completely torn apart
You´re gone with the sin my Baby
and beautiful you are
You´re gone with the sin my Darling



LO QUE EL PECADO SE LLEVÓ
Amo tu piel oh tan blanca
Amo tu caricia fría como el hielo
Y amo cada lágrima que lloras
Simplemente amo la forma en la que estas perdiendo la vida
Oh, nena, que bonita eres
Oh, cariño, completamente destrozado
Tu te has ido con el pecado
Y que bonita eres
Te has ido con el pecado mi amor
Adoro el desespero en tus ojos
Yo rindo culto a tus labios que una vez fueron rojos como vino
Rogué por tu olor enviando escalofríos por mi columna
Simplemente amo la forma en la que te escapas de la vida
Oh, nena, que bonita eres
Oh, cariño, completamente destrozado
Tu te has ido con el pecado
Y que bonita eres
Te has ido con el pecado mi amor

Saturday, August 19, 2006

que oigo ultimamente

Artista: Celtas Cortos
Album: Cuéntame un Cuento
Canción: 20 de abril

20 de abril del 90
hola chata, ¿como estás?
¿Te sorprende que te escriba?
Tanto tiempo es normal
Pues es que estaba aquí solo
me había puesto a recordar
me entro la melancolía
y te tenia que hablar
¿Recuerdas aquella noche
en la cabaña del Turmo?
Las risas que nos hacíamos
antes todos juntos
hoy no queda casi nadie de los de antes
y los que hay han cambiado,
han cambiado, SI!
Pero bueno, ¿tu que tal? di
lo mismo hasta tienes críos
Que tal te va con el tío ese?
espero sea divertido
Yo la verdad, como siempre
sigo currando en lo mismo
la música no me cansa
pero me encuentro vacío
Bueno pues ya me despido
si te mola me contestas,
espero que mis palabras,
desordenen tu conciencia.
Pues nada chica, lo dicho
hasta pronto si nos vemos
yo sigo con mis canciones
y tu sigue con tus sueños

Friday, August 04, 2006

Acero y Magia: La Espada Rota

Hacha y espada! ¡Lanza y maza! ¡Escudo hendido y yelmo desfondado y malla rota! ¡Roja efusión de sangre élfica que sale al paso del frío y verde raudal de sangre troll! ¡Auroras bailando la danza de la muerte sobre las cabezas de todos!


Es difícil catalogar una novela como “clásica” en un género en el que es tan difícil innovar como es el de la fantasía épica. El polifacético Poul Anderson consiguió elevar su novela La Espada Rota a esta categoría, donde tan poco espacio hay. Es importante tener en cuenta, que la primera publicación de La Espada Rota, coincidió en el tiempo con la obra de Tolkien, provocando en cierta medida que fuera condenada a un ligero ostracismo.

Poul Anderson, que ha trabajado tanto el género fantástico, como el de la ciencia ficción, e incluso con incursiones en la novela histórica, demuestra en La Espada Rota su profundo conocimiento de la mitología europea, en especial de la nórdica. Anderson se impregna del estilo de las antiguas sagas y eddas escandinavas para proponernos una historia verdaderamente original para su tiempo, donde los elfos, trolls y todo tipo de dioses pugnan por sobrevivir en la conciencia de los hombres, frente al avance de la religión de los cristianos.

La Espada Rota esta impregnada del tradicional fatalismo nórdico, que caracteriza tanto sus obras como su mitología. Este determinismo fatal, que hace que todos sus personajes tiendan a un trágico final. Anderson proporciona un regusto arcaizante a su estilo de escritura, que le da aún más si cabe, un regusto añejo, que es una autentica delicia.

Los personajes, desde el primero al último, están perfectamente caracterizados, cumpliendo perfectamente su función, además de ser muy carismáticos en su mayoría. Desde el pobre sátiro que se lamenta por su destino, hasta el poderoso Orm el Fuerte, aparecen ante nuestros ojos para cumplir con los destinos que las nornas han tejido. No nos hablan de una simple lucha entre el bien y el mal. Sus puntos de vista son tremendamente relativos en cada momento. Hombres, elfos o trolls, conocen el afecto al igual que el odio, y son capaces de cometer las mayores atrocidades frente al enemigo.

La Espada Rota de Poul Anderson, es una novela imprescindible, que todos los aficionados al género fantástico debería leer al menos una vez. La tensión épica, la magia, los personajes, nada de esto dejará indiferente al lector.

Relato Fantástico: El Ladrón y el Guerrero

Un ser con doble personalidad, con una tremenda lucha interior, que vagabundea por el mundo en busca de su verdadero yo.


—¡Maldito patán cobarde! —dijo el guerrero—. Siempre soy yo el que da la cara cuando te pillan robando y las cosas se complican.
—Si, el señor es todo músculos —le respondió el ladrón. Aquel señor sonó como un insulto cargado de ironía—. Por lo visto yo me quedé con la inteligencia.
—Si pudiera te cortaría en trocitos esa lengua tan larga que tienes y te los haría tragar uno a uno —le espetó el guerrero con los ojos llenos de ira.
Por respuesta obtuvo una gran risotada.
—Pero no puedes. Esto sería muy aburrido, habría demasiado silencio.
Fogo cabalgaba solo mientras murmuraba para sí mismo, con la mirada fija en el suelo por encima de la cabeza del caballo. Con el tiempo había aprendido a dar entonaciones diferentes a las voces. Lo hacía tan bien que un oyente casual pensaría que de verdad se trataba de dos personas distintas.
Levantó la vista del suelo al llegar al cruce de caminos. No recordaba nada de las últimas dos o tres leguas, tan concentrado había estado en la discusión. Por lo menos siempre volvía a la realidad a tiempo. Ya no se preguntaba por qué, sencillamente lo aceptaba.
La ruta que traía, el Camino Principal, seguía recta por la llanura hacia el Sur. Otro sendero salía del cruce hacia el Oeste para internarse en la Gran Cordillera, serpenteando junto al río Siguer, que nacía en alguna de las cumbres de la inmensa cordillera que recorría el continente de Norte a Sur. El río, aún insignificante comparado con el ancho y caudaloso curso de agua en que se convertiría mucho más adelante, describía una amplia curva al salir de entre las montañas difuminadas por la distancia y acompañaba al Camino Principal hacia el Sur.

Fogo miró a su alrededor. Vio un carro cargado a lo lejos y a un hombre subido a una mula un poco más cerca. Los dos estaban demasiado lejos como para oírle hablando solo. Mejor así. Hizo girar al caballo y avanzó por el camino del Oeste hacia la Fortaleza Helada. En cuanto su montura recuperó el paso, fijó la vista en el suelo y reanudó la discusión.
—Espero que esta vez sabrás comportarte y no harás que nos echen. Si te entran ganas de matar a alguien, clávate la espada tú mismo —, empezó el ladrón.
—No fui yo quien lo estropeó todo en Punta del Cuerno. Te advertí que aquello era una fortaleza militar y no son muy amantes de las fantasías, pero tú tenías que robar incluso allí... —continuó el guerrero.

Aún tardó un par de días en llegar a la Fortaleza Helada. El camino no estaba muy transitado y en las posadas tenían camas libres y comida caliente. Fogo el ladrón durmió y comió y robó al abrigo del frío cada vez más intenso. En los escasos y cortos momentos de lucidez, se daba cuenta de que llevaba algún tiempo sin sufrir uno de sus ataques nocturnos. Desde que salió de Punta del Cuerno si la memoria no le fallaba. No le gustaba decir que le habían echado. En realidad fueron muy amables. Como no había matado a nadie y no le pillaron robando, le permitieron salir por su propio pie con todas sus pertenencias a cambio de prometerles que no volvería por allí. Era el trato que le habían dado en todos los lugares por los que había pasado, más o menos, cuando se daban cuenta de que estaba enfermo, como a él le gustaba decir. Por lo menos mientras viajaba podía estar solo y no tenía que aguantar las burlas y el desprecio de los demás. Hasta su familia le abandonó cuando los síntomas de su enfermedad se hicieron demasiado evidentes. Le dieron un caballo, armas y algo de dinero, y le explicaron con muy buenas palabras que no querían volver a verle. O a verlos. No podía olvidar la cara de asco de su padre, ni la expresión de miedo en la de su madre, ni la de triunfo en la de su hermano, menor que él y heredero en su lugar. Nunca en su vida se había sentido tan mal. Aquella misma noche tuvo su primer ataque.

Fogo el guerrero se detuvo frente a la puerta de la Fortaleza Helada, situada en la cumbre de una montaña cortada a pico sobre una curva del río Siguer. Por el otro lado de la montaña, la pendiente descendía hasta el pueblo junto a la orilla del río. Más allá de la aldea el camino se hacía más estrecho y no estaba pavimentado, según decían atravesaba la Gran Cordillera.

Entró en el baluarte y se alojó en una de las posadas más caras; por unas noches podría permitírselo. Bajó a cenar al comedor, lleno de comerciantes y damas y caballeros. Quisieron los dioses que en aquel mismo comedor estuviera sentada su familia. Nunca se había planteado qué ocurriría si los volvía a ver. Desde luego no esperaba que le aceptaran de nuevo, pero necesitaba algo de cariño y comprensión, un solo instante que compensara todos los años de penurias y hambre y desprecio. Se sentó cerca de ellos y pidió la cena. Comió poco, siempre pendiente de su familia. Sentía las miradas que le dirigían como flechas que se le clavaran en el estómago, porque no le reconocieron. Cuando no pudo soportarlo más se levantó, subió a su habitación y se acostó, aunque no pudo dormir hasta bastante tarde. Su mente era un torbellino de sentimientos, y el odio gobernaba a todos los demás.
Despertó empapado en sudor, casi ahogado en su propio llanto; otro ataque. Deslizó la mano fuera de las mantas y tocó la hoja de la espada desenfundada. Las runas que tenía grabadas le ayudaban a calmarse. No sabía que significaban, pero si sabía que la espada era antigua, y estaba convencido de que tenía vida propia, que le ayudaba en los momentos de apuro durante la lucha, moviéndose por sí misma, corrigiendo la posición para salvarle la vida.
Fogo el guerrero se levantó de la cama, se vistió, se puso la cota de mallas y salió al pasillo con la espada en la mano, en busca de las habitaciones donde dormían sus padres, su hermano y sus hermanas.

Amanece. La Gran Cordillera empieza a salir de entre las sombras como un gigantesco barco fantasma. Fogo, sin más, está en las murallas cubiertas de hielo sobre el acantilado y el río. La espada aún gotea sangre. Quizás podría salir de la Fortaleza y continuar su viaje sin fin, pero esta noche ha cumplido con el objetivo de su vida. Supo cuál era en el momento en que los vio a todos en el comedor, rodeados de lujo, de alegría, de vida. Hasta entonces no sabía como podría haber sido su vida si no lo hubieran abandonado. Y ya no quiere seguir con ella, porque ni siquiera es suya, es del ladrón y del guerrero.
Salta al vacío.
Mientras cae, piensa con tristeza que precisamente ahora le vendría muy bien no estar cuerdo.

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